Las opiniones y conclusiones expresadas en el siguiente artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de La Región.


Por Heiver Andrade Franco, Director Fundación AMIGARSE

Alpacoma, el relleno sanitario de la ciudad de La Paz, sirvió para desnudar la deficiente gestión de residuos que existe en todos los municipios de Bolivia, pero además descubrió la visión miope que tienen los gobernantes de turno ante una problemática sensible y compleja que requiere de un conocimiento profundo e innovador relacionado con el cambio climático, el acuerdo de París y la urgente implementación de una economía circular.

En la mente del ciudadano común es difícil imaginar 850 mil metros cúbicos de basura deslizarse en una pendiente; solo visitando el lugar o a través de las fotografías aéreas se puede terminar de entender la envergadura de tal acontecimiento. Por ello resulta difícil aceptar que aquello “no generó impacto ambiental y social”; la verdad es que la contaminación de aguas abajo y la polución del aire son hechos que el tiempo terminará sacando a la luz por más que las autoridades de turno se esfuercen en explicarnos que no pasó nada y todo está controlado.

La pregunta que Alpacoma invita a hacernos es: ¿los políticos entienden los desafíos futuros?, ¿las infraestructuras están diseñadas con estándares del siglo XXI?

¡Cómo es posible que de los 337 municipios solo existan 23 rellenos sanitarios, 16 en funcionamiento! ¡Que en el resto solo tengamos botaderos o vertederos a cielo abierto! La Ley 755 de Gestión de Residuos da como plazo ‘fatal’ el 2020 para que todos cuenten con rellenos sanitarios ¿Qué hicimos en estos años?

Los municipios, además de cumplir lo dispuesto por Ley, no pueden seguir manteniendo el modelo de recojo de basura; eso hace que los vertederos pronto excedan sus capacidades, desechemos materia prima y generen los impactos ambientales y sociales que conocemos. Deben, de manera urgente, pensar en nuevas políticas públicas que permitan promover la economía circular en todos los sectores productivos, no permitir la demanda inducida y la obsolescencia programada. El planeta ya no resiste el modelo de “tomar-usar-desechar”.

El último Reporte Circularity Gap 2019, de la organización Circle Economy, lanzado durante la reunión del Foro Económico Mundial, destaca la importancia de la aplicación de principios de economía circular para reducir emisiones de gases de efecto invernadero y manifiesta la preocupación porque la mayoría de los gobiernos en el mundo, apenas consideran medidas circulares en políticas dirigidas a cumplir el objetivo de la ONU de limitar el calentamiento global a 1.5°C.

Un dato preocupante que pone de manifiesto dicho reporte es que solo un nueve por ciento de los 92.8 mil millones de toneladas de minerales, combustibles fósiles, metales y biomasa que ingresan a la economía se reutilizan anualmente. En conclusión solo un nueve por ciento de la economía global es circular y la tendencia es negativa. ¡Por eso lo de Alpacoma!

¿Hará falta estar con los +40° de Australia y/o los -40° de Chicago para recién empezar a pensar en la necesidad de nuevas políticas que permitan cambiar el modelo?, es ahora que el sector empresarial podría jugar un rol fundamental en este proceso, innovar en su responsabilidad social, además de reducir costos; de esa manera, estaría generando un interesante aporte al Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 12 “Consumo y Producción Sustentable” de la Agenda 2030.

Las tendencias nos hacen ver que pronto desaparecerá todo incentivo financiero que fomente el uso excesivo de los recursos naturales, subsidios para la exploración, extracción y consumo de combustibles fósiles e irán apareciendo nuevos impuestos que permitan la reducción de emisiones, eso obligará a las empresas a reducir desechos.

Que TERSA, la empresa responsable de la gestión del vertedero de Alpacoma haya pagado 1 o 2 millones de bolivianos de multa es otro tema. Lo que debemos ver es si nuestros gobiernos tienen una visión de futuro alineado con las agendas globales, que aseguren responder los desafíos por venir. De lo contrario, nuevos Alpacoma seguirán apareciendo; cada uno de ellos con sus características propias, pero con un denominador común: contaminación e incremento de emisiones.

Hoy en cada municipio del país, existen bombas de tiempo. Nos quedan 2 caminos: sacar al enfermo de su estado de coma o permitir que el metano, el dióxido de carbono y otros gases sigan de fiesta, mientras la ¡Economía Circular continúa en sala de espera!

Sta. Cruz, febrero de 2016.